En la era de la sastrería digital

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Se calcula que en Lima hay más de 2,000 sastres. Pareciera ser mucha competencia, ¿verdad? Pero en toda cancha hay sus estrellas, los talentosos, los diferentes, y en ese rubro se inscribe Enrique Ildefonso, de sastrería EYS, quien para diferenciarse decidió complementar el trabajo del centímetro, la tiza y las tijeras, utilizando un Software que le ha valido el reconocimiento como un sastre moderno y destacado.
Lo que ha hecho Enrique es básicamente innovar en base a la tecnología. Y no se crea que la cosa tecnológica es privilegio único de las grandes empresas. Totalmente falso. En EYS nos demuestran todos los días que solo es cuestión de proponerse los retos, adaptar y aplicar. Al usar este software, Enrique logra a través de una cámara web captar una toma virtual del cuerpo del cliente y, con un solo ‘click’ en la computadora, detecta y confirma las medidas del cliente así como detalles particulares de su físico. Este procedimiento le permite maximizar los beneficios y minimizar los errores en la etapa de la confección. El beneficio final del cliente es que obtiene un acabado anatómico de cada una de sus prendas. Adicionalmente el método despierta la curiosidad de los clientes que con sus preguntas interesadas van estableciendo una relación mucho más cordial.
Pero la verdadera pasión de Enrique no se concentra en ese sistema, sino que pasa por la confección. Es fácil notar la emoción que transmite cuando llega a esa parte del proceso y se detiene a explicarla fluidamente con la actitud del maestro. Para él la sastrería es como un salón de belleza. Según él, a su negocio el cliente también va para verse y sentirse mejor. “Antes, cuando mi negocio era igual al de todos, recibíamos menos de 200 clientes al mes…Ahora he triplicado esa cifra y estoy pensando abrir nuevos locales”, nos comenta mientras reafirma que él está en el negocio de la belleza.
Enrique está viviendo el inicio de un capítulo nuevo. La suya es la primera sastrería digital, con eso ha roto los paradigmas de este rubro y se ha convertido en una sastrería modelo. Aquí no se registran los datos del cliente en un cuaderno, sino en un formato electrónico que permite saber, al cliente y a todos los trabajadores, no solo el tipo de prenda y arreglo o confección que se necesita, sino también la fecha y hora de prueba y entrega. De esa forma demuestra que la cultura de impuntualidad que se les atribuye a las sastrerías no es propiedad de todas, y que en los negocios es necesario tener un registro detallado que nos permita conocer quiénes y cómo son nuestros clientes para buscar permanentemente su entera satisfacción. El ingenio es la mejor arma para crear esa diferencia.

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